La madrugada del 26 de agosto de 1959, la tranquilidad del sur de Veracruz se rompió con un rugido de la tierra. Un fuerte terremoto -registrado entre 6.4 y 7.0 grados en la escala de Richter- convirtió en segundos a Jáltipan en un pueblo herido.
Las casas de adobe y techos de teja se desplomaron como si fueran de papel. Las calles se agrietaron y el miedo corrió más rápido que la gente. Aquella noche, el pueblo no solo perdió edificios: perdió su antiguo rostro.
🔴 La tragedia en cifras
Entre 10 y 20 personas fallecieron.
Más de 130 resultaron heridas, 45 en estado grave.
La mayor parte de las viviendas quedó inhabitable.
Hubo daños severos en Acayucan, Minatitlán y Coatzacoalcos.
En la comunidad de Santa Marta, vecinos narraron que de la tierra salían llamaradas de fuego de hasta 60 metros. Algunos pensaron que un volcán había despertado. El miedo se mezclaba con la incertidumbre: no había información clara, solo el instinto de sobrevivir.
🏚️ El fin del Jáltipan antiguo
El terremoto no solo destruyó casas: también sepultó la memoria arquitectónica del pueblo.
El Jáltipan colonial, con sus corredores amplios, paredes de adobe y techos de teja, quedó reducido a escombros. En su lugar, bajo la coordinación del entonces procurador y futuro gobernador Fernando López Arias, se inició una reconstrucción rápida.
Nacieron calles más anchas, viviendas de concreto en serie y un modelo urbano más moderno. Pero con ello, se perdió buena parte de la identidad original del pueblo. Lo que hoy vemos en Jáltipan es, en gran medida, fruto de aquella reconstrucción.
📌 La memoria que no debemos olvidar
Hoy, más de 65 años después, muchas de las nuevas generaciones desconocen que su ciudad quedó prácticamente destruida en 1959.
El sur de Veracruz sigue siendo una zona sísmica activa: en los últimos años, más de 400 temblores han tenido epicentro en Jáltipan y sus alrededores. Por eso, la cultura de la prevención es clave: simulacros, educación escolar y viviendas seguras.
El terremoto marcó un antes y un después. Nos recuerda que la historia no solo está en los libros: está en las cicatrices de las calles, en los testimonios de los abuelos y en la identidad de un pueblo que aprendió a levantarse.
✍️ “Jáltipan nunca volvió a ser el mismo, pero renació de sus ruinas. Recordarlo no es revivir el dolor, es mantener viva la memoria para que nunca se olvide quiénes somos y de dónde venimos.”